EL CEREBRO, LAS INTELIGENCIAS

Una de las cuestiones más debatidas dentro de la formación del individuo, quizás la que ha suscitado los más disímiles e irreconciliables puntos de vista entre aquellos que se han dedicado al estudio del desarrollo del ser humano, radica en la determinación de cuanto debe el hombre a lo que trae al momento de su nacimiento, y cuanto es adjudicable a las condiciones de vida y educación en que le toca vivir. Una respuesta que ha agrupado a los teóricos y científicos del crecimiento y desarrollo en campos a veces antagónicos, en relación con el tipo de solución dado a este problema. Derivado de esto, se dirige la diatriba hacia cual de estos factores, las propiedades internas o las condiciones externas, resultan los determinantes en dicho desarrollo, es decir, que factores son, en última instancia, los fundamentales en el proceso de humanización. En realidad, esta discusión expresa en el plano de la ciencia psicológica, en el nivel concreto de la psicología del desarrollo, una problemática mayor de nivel filosófico: la relación entre el ser y el pensar, entre lo ideal y lo material, lo que se ha dado en llamar la cuestión fundamental en filosofía, y cuya respuesta ha ubicado a los hombres históricamente en dos grandes campos, y en dos formas de concebir el desarrollo del ser humano: en una los factores internos como agentes determinantes de este desarrollo, en otra, los externos como sus causas principales. Pero, el devenir científico actual y los hallazgos más recientes de la psicología, la fisiología, la neurología, y otras ciencias afines, han obligado a valorar esta discusión a la luz de enfoques más modernos, para tratar de encontrar respuestas más apropiadas, acordes los nuevos tiempos. Para ello se hace necesario analizar el fundamento de estas posiciones, con vista de poder llegar a conclusiones verdaderamente científicas y actualizadas, y que puedan reflejar el consensus mayoritario de estos enfoques





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